MARCIANADAS
25/02/2021 | Jose Antonio Suso

Tenía 10 años pero recuerdo con nitidez la expectación con que seguí, a eso de las cuatro de la madrugada, el alunizaje en blanco y negro del Apolo 11 en el Mar de la Tranquilidad bajo narración del entonces corresponsal en EEUU de la única televisión del momento.
50 años después, por redondear, sigo manteniendo semejante sensación de admiración ante la capacidad humana de dar pequeños pasos que constituyen grandes saltos para la humanidad. Lo constaté al ver cómo se posaba Perseverance sobre el cráter Jezero con la misión de encontrar rastros de vida sobre la superficie de Marte. Desde el pasado jueves hasta hoy nos han llegado las primeras imágenes del suelo y del horizonte que presenta esa parte del planeta rojo. También el sonido del viento que parece azotar su superficie.
Tan alucinantes como las recreaciones en alta resolución con que la NASA nos ha venido anticipando la llegada del vehículo no tripulado a Marte. Nada tienen que envidiar en producción y realización a la saga Star Wars. Sin embargo, a esto le llamaría “marcianada”.
Aquí, en la Tierra hemos tenido que asistir a alguna que otra “marcianada” a lo largo de esta semana en la que el Congreso ha organizado un acto para recordar, por mucho que la cifra sea redonda, un golpe de Estado contra la democracia en el que se utilizó como rehenes a la representación pública electa de la ciudadanía. Han pasado 40 años de aquel 23F. Cuatro décadas de secretismo en torno a unos hechos vetados a la transparencia por obra y gracia de una Ley de Secretos Oficiales que no se quiere modificar.
En el mutismo absoluto se ha imbuido EHBildu tras comunicarnos en 276 caracteres la dimisión de su portavoz en el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz por la comisión de un presunto delito de suplantación de identidad. A partir de ahí, conmoción y perplejidad. Y en el seno de EHBildu una herida abierta que la propia Miren Larrión intenta cerrar en falso, en menos de 24 horas, taponándola con la venda de un “error cometido en el ámbito personal”. Reduce así un cerco en el que sólo cabe preguntarse por los motivos que han llevado a una persona inteligente, a una profesional de valía, a una política reconocida a darse de bruces con la apertura de una cuenta opaca.
Ahí, en lo personal, es donde quiere las cosas EHBildu a pesar de que las actuaciones de quienes representan a los partidos políticos en las instituciones forman parte de una misma moneda con doble cara: la privada y la pública. Por eso, extraña la falta de explicaciones de quienes en otras ocasiones han sido férreos defensores de la transparencia y autoproclamados cicerones de las buenas conductas.
La salida de Miren Larrión del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz ha supuesto para EHBildu un varapalo importante. Un torpedo en la línea de flotación de esa sutil estrategia diseñada para “blanquear” una marca con unos antecedentes que hacen sonrojar. Rostros nuevos, voces amables, nuevos perfiles. No era nueva para las viejas siglas pero Larrión encajaba como un guante en ese nuevo esquema. El efecto de su carisma le sirvió de salvoconducto para mantenerse al frente de sus responsabilidades institucionales en Gasteiz a pesar de la brecha abierta en su momento con Arnaldo Otegi. El motivo: las críticas de Larrión por el reducido número de mujeres que integran una dirección nacida en el congreso de refundación de EHBildu. Muchas cosas que aclarar.