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MUCHO POR LO QUE PELEAR

08/12/2016 | Jose Antonio Suso

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MUCHO POR LO QUE PELEAR

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Este martes se celebró el 38 aniversario de la aprobación de la Constitución española. Nosotros no lo festejamos, pero entendemos que es una nueva ocasión y fecha para reclamar la apertura de un debate acerca de esa norma constituyente que permita al pueblo vasco su reconocimiento como sujeto político. El nacionalismo vasco tiene que estar en ese debate, lo contrario sería una absurda inutilidad. Y no lo digo a humo de pajas, que ya en el 78, durante el proceso de redacción de la Constitución, los partidos mayoritarios nos excluyeron de la ponencia, y no sería bueno para la política ni para Euskadi que ese error se perpetúe. En aquel entonces el Partido Nacionalista Vasco llamó a la abstención y sólo uno de cada tres ciudadanos votó a favor. Había descontento y hoy, casi 40 años después, no hemos superado el corsé constitucional. 

​Veo a la Constitución más que como la casa de algunos, que la utilizan a su antojo, para impulsar sus políticas  centralistas y uniformadoras y que nos niega la posibilidad de avanzar en términos de mayor soberanía. Realmente, nunca ha servido para dar respuesta a los anhelos de Euskadi porque nunca se ha querido entrar al fondo del debate sobre nuestro mejor encaje en el modelo territorial español. Hubo cerrazón entonces, y a tenor de lo escuchado estos días, la negación a la plurinacionalidad seguirá siendo un lastre. Decía Mariano Rajoy el martes que trabajará por preservar la unidad de España, la soberanía nacional y la igualdad de los españoles. Pocos cambios en su discurso o mejor ninguno. Dónde las soberanías de las naciones, dónde la igualdad que no es uniformidad, dónde la plurinacionalidad.

Yo entiendo que resolver el encaje de Euskadi en el Estado es cuestión indispensable e irrenunciable para EAJ-PNV. Independientemente del nuevo modelo de Estado que cada vez más fuerzas políticas reclaman, se trata de avanzar en un reconocimiento de Euskadi como entidad política que se relaciona bilateralmente con el Estado para ir resolviendo de esa manera sus problemas y conflictos. Todo lo demás es apelar permanentemente a diferentes artículos de la constitución para declarar básicas las leyes y los decretos, convirtiéndolos en armas de recortes competenciales y de nuestra propia autonomía. Y si no se hacen recortes por la vía de normativa básica, se impide permanentemente el final desarrollo de un estatuto que es ley orgánica…y que lleva 35 años sin desarrollarse, en su totalidad.

Toda esta reflexión pudiera parecerle a alguien muy compleja de solucionar y basada en la ocurrencia de una fuerza política, pero resulta que, a nada que nos pongamos a pensar, no debería de ser así.

Por un lado, Euskadi ha hablado recientemente en las urnas, y nadie puede negar que las demandas sociales del reconocimiento nacional y la bilateralidad en las relaciones Euskadi y España están más que arraigadas y son mayoritarias. Por otra parte, la dificultad no es tanta, pues no hay que inventar nada, los instrumentos los tenemos y se llaman Constitución española y Estatuto de Gernika. Ambos reconocen los derechos históricos del País Vasco. La Constitución en su Disposición Adicional Primera, que respeta y ampara los derechos históricos de los territorios forales, y el Estatuto en su Disposición Adicional Única, que recoge la actualización de los mismos.

Si tenemos el afán de la sociedad vasca y los instrumentos, solo falta la voluntad de ponerse a la tarea para avanzar por una senda que debe culminar el deseo mayoritario de la ciudadanía vasca de avanzar paulatinamente hacia una bilateralidad real y estructurada. No coyuntural según las mayorías relativas de cada cual.

Hablamos de Fueros, de Nación Foral; hablamos de voluntad política, de altura de miras. No hay que tener miedo al debate, hay que tener la suficiente madurez política como para reconocer que Euskadi es una nación que no se conforma con una autonomía no desarrollada plenamente y a pesar de todo caduca y agotada, y que una mayor autonomía y la bilateralidad son las claves de una mejor coexistencia.

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