IŠTÁ
19/11/2020 | Jose Antonio Suso

Nueve meses de una pandemia que se sucede en olas. Imposibilidad de cerrar un balance por la persistencia de tasas elevadas de contagios diarios, de ingresos hospitalarios en planta o en UCIs y de fallecimientos, lo más dramático y desolador. Una economía tocada. Importantes restricciones en la movilidad. Encuentros de personas acotados. Limitación para el desarrollo de determinadas actividades colectivas…
Y entre tanta restricción, limitación, acotación, barreras, trabas y obstáculos surge la necesidad de avivar la llama de la esperanza. Y lo ha hecho en forma de anuncio de una vacuna que nos inmunice contra el sars cov 2. Laboratorios e investigadores han emprendido una vertiginosa carrera contrarreloj para despejar las incógnitas que permitan el desarrollo de fármacos para combatir la enfermedad y, sobre todo, para dar con una solución definitiva cara al futuro. A día de hoy se trabaja en 200 proyectos. De ellos 9 han tomado la delantera en la obtención de una vacuna segura y eficaz colocando sus productos en la última fase de los ensayos clínicos. Un esfuerzo encomiable para acelerar un proceso que suele durar entre 10 y 15 años.
El primer anuncio se produjo el lunes. Esperanzador a más no poder. Sus resultados son preliminares, poco concluyentes y a falta de verificación independiente (o eso dicen) pero el ilusionante anuncio generó tal expectación mundial que acarreó una subida de la Bolsa como no se daba en la última década. Dos días más tarde conocíamos que una segunda empresa alcanzaba esa misma meta no exenta de una competitividad extrema por los intereses económicos en juego. Con el segundo anuncio la algarabía económica fue más suave pero nos sirvió para recargar las pilas de la esperanza tras constatar el buen camino por el que transita la investigación y la aparente cercanía de lo que será la solución eficaz a la pandemia.
Ahora sabemos de qué va la cosa cuando nos hablan de Pfizer, BioNtech, Moderna Therapeutics, Astra Zeneca, Sinopharm, Janssen, Sinovac o sputnik V. Sólo hay que encender la televisión para constatar la existencia de una importante cantidad de entendidos y entendidas en la materia. Horas y horas de debate de las mismas personas que hablaban de las elecciones norteamericanas, de los bancos que se fusionan o la contradictoria negativa de EHBildu a apoyar los presupuestos vascos y su disposición a apoyarlos en España o en Navarra. Saben de todo y nos ilustran con sus intervenciones dejando muchas dudas sobre la logística necesaria para la distribución de la vacuna, sobre el efecto que tendrá en la población, sobre el tiempo que tardará en hacerse un uso masivo,… Aguafiestas.
Esta semana uno de los estudiosos más respetados de la cultura de los nativos norteamericanos, Aitor Esteban, ofrecía una conferencia en el palacio Montehermoso de la capital alavesa dentro de la iniciativa con que Ohiander Euskararen Etxea pretende rescatar del olvido lenguas minorizadas de todo el mundo. El portavoz de EAJ-PNV en el Congreso de los Diputados es un reputado conocedor del pueblo siux; de su cultura y de su lengua: el lakota. Cuando el pueblo siux hace referencia a la “esperanza” utiliza el término “ištá”. De ello tendremos que hacer acopio a pesar de los indicios que aconsejan pasar el puente de diciembre en casa. Con ištá esperaremos la apertura de una puerta, por pequeña que sea, durante la Navidad para recuperar el espíritu de esa época. Con ištá veremos la llegada de la vacuna que nos devuelva a una realidad normalizada.